Ilustraciones
Bruno, Dan, Sabbat, Quincey... vistos por el ojo mágico del ilustrador Fernando Vicente. Un buen aperitivo antes de leer el libro.

Bienvenido al hotel Perduto.
“-Hasta entonces –continuó Kraan, bajando la voz y agarrándole
suavemente por la nuca para acercarle a él-, quiero que estés tranquilo,
que no vayas por ahí curioseando y que no comentes con nadie lo que sucede en este hotel,
ni siquiera con tu joven amigo Dan. ¿Lo harás?
Bruno se preguntó cómo era posible que Kraan conociera la existencia de Dan,
pero asintió de todas formas. Le estaba entrando sueño. Pensó que era por el calor.”

Batalla en la lonja.
“El globo de agua bendita no le dio, pero Leopold se apartó para esquivarlo y Bruno aprovechó para poner distancia entre los dos. La ventaja no le duró mucho. En seguida sintió cómo una mano agarraba la pernera de su pantalón y le arrastraba hacia abajo.”.

Una cena decente
“Damocles volaba a una velocidad endiablada y Bruno tuvo que esforzarse para mantenerse cerca de él. Ahora que nadie le perseguía y que estaba rodeado de amigos, podía dedicarse a disfrutar del vuelo en la oscuridad, con todo aquel silencio y el aire húmedo dándole en el rostro. Debajo de él, Quincey también parecía encontrarse totalmente a gusto”.

Un regreso inesperado.
“Cuando Bruno aterrizó a su lado, Maula se encogió
sobre sí misma y empezó a temblar sin levantar la cabeza.
-¿Maula? –dijo él, con prudencia.
Ella le miró y Bruno, impresionado, dio un paso atrás.”

A bordo del tren vampiro.
“Sabbat no necesitó más explicaciones. Con un rápido “sube” cargó a Dan y se lanzó hacia el final del tren. Bruno echó un rápido vistazo a la multitud que se agolpaba ante las puertas de los otros vagones y se aseguró de que nadie miraba en su dirección.”.

La última oportunidad de Bruno
“Kraan se lanzó sobre él y tuvo el tiempo justo para esquivarle de
un salto y pegarse al techo.
-Podías haber sido un buen capitán, Bruno –siseó el vampiro-.
Pero has ido demasiado lejos. No vas a ver el amanecer...”.

El último combate.
“Kraan necesitó unos segundos para recuperar la serenidad.
-Yasen –dijo, intentando dominarse-. ¿Cómo me has encontrado?”.